La Inteligencia Artificial, en esencia, se define por su transversalidad. Hemos visto cómo sus beneficios y funcionalidades atraviesan cualquier tipo de sector, desde la ciberseguridad hasta el automovilístico, incluyendo mercados más tradicionales como el del retail. Esta semana, con motivo de la celebración del Día Mundial de la Educación, en NovaQuality queremos repasar algunos de los asuntos centrales que convergen entre enseñanza e Inteligencia Artificial. 

La pandemia de la covid-19 ha agilizado los procesos de digitalización en multitud de sectores. La Inteligencia Artificial, por supuesto, no se ha mostrado ajena a esos cambios, y en sectores como el de la educación ha encontrado un nicho donde desarrollar sus potencialidades. Si la Inteligencia Artificial tiene como objetivo reproducir las capacidades del cerebro humano, es en el campo natural del aprendizaje donde tiene todavía muchas posibilidades por explorar.

En línea a las declaraciones de la UNESCO sobre su uso, la Inteligencia Artificial permite aplicar prácticas docentes y de aprendizaje adaptadas al nuevo mundo, a través de las que los niños y las niñas pueden no sólo sortear las fallas tradicionales de los sistemas educativos recientes, sino también formar parte activa de un sector que se dinamiza por medio de las últimas tecnologías. Estas son algunas de las líneas que considerar respecto a su involucración en la educación:

Los tres vínculos de la IA y la educación. Como señala la UNESCO, son tres los ámbitos en los que la IA debe conectar con la educación: aprender con la IA, aportando soluciones para mejorar la docencia y, por tanto, el aprendizaje; aprender sobre la IA, en cuanto a sus funcionalidades y procesos; y prepararse para la IA, en la medida en que es una tecnología que no sólo ha revolucionado la economía, sino también la vida humana y, por tanto, el futuro. Por su parte, la apuesta por la formación en IA ya está presente en España, al menos en estudios superiores, con su impartición en la universidad y en la formación profesional.

Simplificación de las tareas. La IA, al igual que ha hecho la tecnología a lo largo de la historia, debe abrir paso a la simplificación de procesos, de manera que se pueda evitar tareas repetitivas, antes necesarias pero ahora sustituibles, como evaluaciones de exámenes, de trabajos o elaboración de didácticas. Así, su uso deriva en un ahorro de tiempo que puede centrarse en acciones dirigidas al aprendizaje, a la vez que enfocar más concentración sobre el alumno.

Promoción de la educación personalizada. Normalmente, en un aula no todos los alumnos pueden seguir el mismo ritmo: hay tantas formas y velocidades de aprendizaje como estudiantes. Por ello, la IA permite el desarrollo de tecnologías de aprendizaje personalizado, como plataformas donde el alumno recibe materiales didácticos adaptativos a su evolución y aprehensión de los conocimientos. Una mayor inversión en este tipo de recursos podría extender un currículo escolar con una visión más completa y circular de la educación.

Fomento de un uso equitativo e inclusivo. De poco sirve una perspectiva innovadora sobre la educación si no hay quien apueste por ella. Los beneficios de la IA en las aulas pueden ser cientos, pero su implantación, a falta de inversión, no puede ser inmediata. Además, sus ventajas deben distribuirse por igual entre los alumnos, ya que la IA, más allá del individuo, también tiene vocación de cambio sistémica.

Debates sobre legislación y políticas de educación. En la labor por difuminar las líneas entre la enseñanza tradicional y la tecnología, la UNESCO apela a las naciones a establecer políticas y marcos regulatorios que aborden la Inteligencia Artificial dentro de las aulas. Así, las instituciones deben garantizar un uso ético y transparente de los datos y algoritmos, al mismo tiempo que deben tener en el horizonte una mayor inversión pública por la digitalización de la escuela.