La Inteligencia Artificial es al mismo tiempo un desafío y una oportunidad en el sector de la salud, tanto en la prevención, como en el diagnóstico y tratamiento. Es clave en la mejora de los procesos y la gestión de la atención sanitaria, y también ofrece la posibilidad de que los pacientes tengan un mayor control de su sintomatología y evolución.

Sin embargo, cuando hablamos de smart cities todo parece ir un paso más allá: el salto a las calles de la Inteligencia Artificial puede no sólo mejorar considerablemente el día a día de los ciudadanos, sino dar un vuelco por completo a la vida pública y a la administración de lo común. Si la IA nos permite recolectar cantidades ingentes de información a tiempo real, esta nos puede servir para gestionar de manera más eficaz los recursos públicos. Así, hoy te queremos hablar sobre cómo serán las ciudades inteligentes del futuro, que tendrán que poner en su centro de acción la calidad de vida del ciudadano.

Por todo ello, la comunidad científica tiene muchas esperanzas y expectativas en los potenciales beneficios que pueden derivarse de su progresiva implementación en los sistemas sanitarios. Y, buena prueba de ello, es que la propia Organización Mundial de la Salud (OMS) ha publicado este año el informe “Ethics and governance of artificial intelligence for health (ética y gobernanza de la inteligencia artificial en el ámbito de la salud)”.

Este documento pone de relieve la importancia de que activar la inversión pública y privada para el despliegue de la IA en el sector salud, alertando sobre la necesidad de contemplar la diversidad de los muchos entornos socioeconómicos que existen en el mundo y velando siempre por preservar los derechos e intereses de los pacientes.

En este último punto, el organismo establece seis principios para que la IA se utilice siempre en favor del interés público en cualquier país, que se concretan en:

Preservar la autonomía del ser humano. Las personas son y deben seguir teniendo la última palabra en todo lo que se refiere a su salud y decisiones médicas. Tienen derecho, asimismo, a la privacidad y confidencialidad y a otorgar su consentimiento informado en virtud de una adecuada protección de datos.

Promover el bienestar y la seguridad de las personas y el interés público. La aplicación de la IA no sólo debe cumplir con la normativa específica en función de un uso perfectamente definido, sino que debe contar con medidas de control y mejora de la calidad.

Garantizar la transparencia, la claridad y la inteligibilidad. Antes de implementar cualquier acción basada en IA será preciso informar al respecto y facilitar la consultas y debates sobre el uso que se hace de esta tecnología.

Promover la responsabilidad y la rendición de cuentas. La tecnología tendrá que ser utilizada en condiciones adecuadas y por profesionales capacitados para ello. En todo caso, tienen instaurarse mecanismo que faciliten la subsanación de errores o perjuicios por decisiones o acciones derivadas de la aplicación de algoritmos.

Garantizar la inclusividad y la equidad. Garantizando el acceso equitativo de cualquier persona, sin ningún tipo de discriminación ya sea por edad, sexo, género, ingresos o cualquier otro factor contemplado dentro de los derechos humanos.

Promover una IA con capacidad de respuesta y sostenible. La reducción de los efectos negativos en el medio ambiente y el aumento de la eficiencia energética son premisas que deben guiar el diseño y desarrollo de la IA en el entorno de la salud. 

Profesionalidad, excelencia, responsabilidad y compromiso son valores que tenemos muy presentes en el día a día de NovaQuality. Unos valores que se alinean con los principios identificados por la ONU y que hemos puesto en práctica en diferentes proyectos, como el que llevamos a cabo hace unos meses con el grupo HM Hospitales, con quien pusimos en marcha un estudio para aplicar herramientas de machine learning o algoritmos de aprendizaje automático en el diagnóstico y tratamiento de la Covid-19.